domingo, 16 de agosto de 2009

Aquel me la quito

Rezaba todas las noches antes de las doce, para así poder pedir por todos los vivos del mundo y encaminar a todas las almas de todos los muertos que acababan de dejar esta vida, en sus rezos pedía por todos menos por Ella misma pues le bastaba imaginar que alguien la tenia en cuenta en una media plegaria de una oración somnolienta para sentirse salvada.

Era costeña piel de arena, así como las playas de su amada e inolvidable Tumbes. Era la segunda de cuatro hermanos y el orgullo en secreto de unos padres generosos y que mas generosidad de ellos para con el mundo que haberla traído a la vida. Heredo la mirada mexicana de su padre y la sazón envidiable e irresistible de su madre, quien tenia la virtud de darle un sabor inigualable hasta a las piedras y además ELLA con el ingrediente secreto (su sonrisa) podía transfórmala con su alquimia natural de rígidas a blandas.

Tenia los ojos alegres como granos maduros de café, sus manos eran mágicas capaces de reparar todo lo echado a peder adrede y una voz episcopal capas de reparar almas rotas sea cual haya sido su motivo de tragedia y vivía orgullosa de su alma vegetariana.

Ella era medianita de talla pero de bondad infinita, era también la mujer mas bella y perfecta del mundo (al menos para EL); además era la bailarina mas diestra que se haya visto, danzaba siempre con su sonrisa de perlas con una mezcla de niñez y sensualidad en sus movimientos, sin mas pecado que la ternura enamorada de todos los que la vieran danzar alguna vez y todos ellos en su destino inevitable justo antes de morirse de muerte natural, la recordarían bailar aun enamorados, para morirse de amor y burlar sus lazos naturales con la muerte, con Ella en su ultimo pensamiento y justificar así su llegada al averno.

El destino quiso que se conocieran en un mayo otoñal, en una ciudad de  eterna  primavera; El la frecuentaba en sus fantasías diarias de felicidad y Ella de vez en cuando lo encontraba en un tenue recuerdo el cual no evocaba muy seguido.

Un par de veces El la sintió pasar por su lado y aun que no la vio, sintió su aroma de rosa e imagino su perfecta silueta la cual parecía mandada a hacer a la medida del gusto de todos los hombres del mundo, aquellos por los que Ella rezaba todas las noches antes de las 12.

Una mañana de un julio sin desfiles, El la invito a estar a su lado para dejar de pensarla y poder sentirla, para dejar de amarla en sueños y amarla de cuerpo presente, El la invito a ser su acompañante en una fiesta de “Gala” para ser el mejor acompañado y el más orgulloso de la belleza y la destreza en el baile de su  pareja, la que llevaría del brazo… y Ella increíblemente aunque sin saber todos los parámetros del corazón de El, acepto.

La noche del dieciocho de julio del cual tengo aun el recuerdo, El era el más feliz del mundo, aunque el amanecer del día siguiente el más trágico, esa noche la vio bajar con pasos suaves como si no pisara los peldaños de la escalera, como si caminara en el aire, llevaba vestido de algodón turquesa,  muy suave y una mirada celestial y avergonzada, era una reina, era su reina la que bajaba del cielo a confundirse por esa noche con todos los mortales del mundo.
Aquella noche en la desesperación de la euforia colectiva, una botella de vidrio macizo transformaba su felicidad en tragedia y quedaría marcado para siempre como Cain al ser desterrado por DIOS luego de Asesinar a su hermano Abel; pero la marca en la frente de El no seria tan grande ni profunda, como la que aquella botella le dejaría para todas las vidas restantes en el alma de Ella, El despertaría y todas las mañanas del resto de su vida se vería en el espejo y recordaría con nostalgia aquella noche en la que la amo de cuerpo presente y Ella todas las noches volvería a vivir la tragedia en aquellas pesadillas que por fortuna no recordamos al despertar, pero dejan siempre un sin sabor en el inconciente.

Acordaron verse con más frecuencia, El con la necesidad de verla sonreír para ablandar las piedras del camino y Ella con las ganas de saber que El estaba bien.
Al año siguiente El la seguía amando en secreto, un secreto delatado por sus miradas lerdas de cachorro huérfano, sus frases de febreros felices y sus prosas de amor para siempre; y Ella tal vez también lo hubiera amado como El quería y tal vez le hubiera jurado al pie de un altar amarlo en las buenas y en las malas, en la riqueza y en la pobreza, en la salud y en la enfermedad y hasta que la muerte los separe, si no fuera por AQUEL se presento en el camino de Ella; aun que la verdad es que AQUEL siempre estuvo en su vida desde antes que Ella tuviera uso de conciencia.

Una tarde triste como suelen ser las tardes de desolación de los eneros sin amor, Ella confeso estar enamorada de AQUEL, un ser infinitamente maravilloso el cual tenia la cualidad de estar siempre que Ella lo necesitara, que solían hablar del mundo de sus vivos y de sus muertos, además dijo que no podía evitar amarlo con todo el corazón y se casaría con AQUEL para pertenecerle en cuerpo y alma.

Desilusionado con el alma como un rompecabezas incompleto, pregunto quien era Aquel intruso, como lo conoció y como se atrevió a declarar su amor antes que El, y Ella le dijo: "AQUEL no me declaro su amor, yo lo hice”; tomo sus manos, se acerco a Él y suave como brisa de verano susurro en su oído el nombre de AQUEL que generaba su infelicidad. El entro en conciencia de pertenecer al más pequeño de todos los mundos, pues El también conocía a AQUEL; suspiro de regocijo así como hacen todos los mares cansados después de un oleaje y le sonrío con un régimen implacable y dijo con una voz mas de macho que de hombre pero con unos hilos de miedo y tristeza en ella: “todas las mujeres nos las ponen difíciles, pero tu me la pones imposible… con AQUEL no quiero, no debo y no puedo competir.”, justificando así la muerte inevitable de sus cortejos vanos.

Una noche cuando jugaba a escribir el nombre de Ella con estrellas, un poco de imaginación y mucho de resignación, apareció AQUEL ante El; conversaron del mundo de sus vivos y de sus muertos y AQUEL le enseño a rezar para que todas las noches antes de las doce haga una plegaria sin sueño por Ella y además lo invito a la ceremonia en la que Ella se haría una unidad con AQUEL. A la mañana siguiente llegaría la invitación física de Ella con una insistencia invisible de asistencia obligatoria
La ceremonia seria en una iglesia de paredes blancas con algunas rayas granates, puertas altas hasta el cielo para que pueda entrar AQUEL, con unas bisagras negras sin lamentos del tiempo, en lo alto de la costa trujillana; Huanchaco.

Llego el día de la ceremonia El la vio a través de una ventana, vestida de blanco y eternamente bella, diciendo “Si, Acepto” a todas las preguntas con una seguridad inquebrantable y cuando finalizo la ceremonia Ella derramo como las velas del altar sobre el piso infinitas lagrimas de felicidad; Ella volvió el rostro hacia El y le regalo su ultima mirada, la cual seria el ultimo recuerdo para El en esta vida, lo saludo con la mirada mexicana de su padre, con la misma sonrisa de aderezar piedras para convertirlas en mashmelous de vainilla; levanto la mano izquierda para saludarlo y la derecha para despedirse de El para siempre, esas mismas manos reparadoras que ya no estaban a su alcance para reparar su corazón. Dijo “Adiós” con un movimiento de labios sin aire en su espacio cercano y El no pudo escuchar su voz reparadora de almas que quizá también pudo haber curado la de El, dándole a conocer donde estaban las piezas faltantes de su rompecabezas.

AQUEL lo visita desde entonces todas las noches antes de las doce para hablar del mundo de sus vivos y de sus muertos, de Ella y además para escuchar sus peticiones personales, en las cuales la principal era que Ella regrese a El en la vida mas próxima, para que quizás Ella lo ame a El, como El la ama y la amara por el resto de sus vidas.

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