miércoles, 28 de enero de 2009

Los enamorados que nunca se vieron.



Se conocieron en sueños de un viaje al infinito, se amaron eternamente pero nunca se vieron, ella amaba el eco de sus palabras que sonaban en el recuerdo de lo no vivido, ella paseaba de la mano con el por la plaza de la ciudad, veían el atardecer; el mismo atardecer, disfrutaban en primera fila la muerte del día para ver y sentir el nacimiento de sus paciones nocturnas, se fundían en uno solo por el calor del placer y del amor. Por las mañanas ella despertaba en la soledad de una tibia cama vacía y ella creía siempre que el regresaría con transcurrir del día y el regresaba al medio día como todos los días para almorzar juntos tomados de la mano alimentándose el uno al otro; de postre se daban un beso con sabor a caramelo fresa y la cuenta a pagar por el almuerzo era un abrazo con forma de edén pero frió como el hielo. El salía con un adiós en la mano derecha y le regalaba un beso al aire en dirección a ella con la mano izquierda, ella lo recibía con el corazón y lo guardaba en lo más profundo del alma. Algunas tardes llegaban algunas cartas para ella, eran de el; poemas, aventuras, fotos de el con otras personas las cuales ella ya conocía, pero las conocía de fotos anteriores, eran amigos y amigas de el y ella los sentía parte de su vida, el remitente era siempre desconocido y ella sonreía con las locuras y detalles de amor que el siempre le mandaba y al llegar el, el siempre le preguntaba “¿te llego mi carta?” y ella era feliz para siempre. Ella nunca leyó una carta con el, el se las leía a ella, ella cerraba los ojos y moría de amor escuchando sus palabras que producían un eco imaginario.
Una tarde de otoño, un día de aniversario cuando la naturaleza lloraba hojas secas, ella salio de su esquizofrenia y entro en la eterna soledad, el no existía en “Madre de Dios”, el era un, solo un triste recuerdo de amistad tímida en una noche de despedidas para toda la vida en lo alto de un balcón cuando ella miraba la luna y el la miraba a ella.
Ella estaba confundida, lloraba desesperada al tener recuerdos de una vida real y recuerdos inventados por su imperiosa necesidad de amar, lo único que ella tenia de el eran algunas porquerías sin valor alguno y que ella no usaba. Los separaban 44 horas de distancia. Ella se había acostumbrado al sonido de su voz cada vez que una canción sonaba en su cartera, la cual siempre estaba llena esperanzas y a través de una cajita le decía que la amaba; pero supo entender que no podía vivir de recuerdos inventados, una voz lejana en la mente y esperanzas vanas (ella pensaba así), pues se hacia daño y a el también.
El por su parte todos los segundos de su vida desde que la conoció pensaba en ella, todos los días le regalaba un “Te Amo” al aire con dirección a ella con la esperanza estúpida de que ella lo escuche, pero el viento nunca tiene ruta fija.
Siempre le enviaba cartas llenas de poemas, aventuras inventadas, fotos con sus amigos y el remitente era su dirección particular.
En la tarde de otoño, el día del segundo aniversario, el sufrió un desmayo en pronostico de desgracia y se despertó en la eterna pesadilla de una noche sin fin, descubrió la esquizofrenia de la cual ella había despertado y se sintió desesperado por las desiciones que ella había tomado, el estaba a punto de presenciar como toda maqueta de su vida al lado de ella se desarmaba y rompía en pedazos al igual que su corazón.
Ella dijo ayer que a su mente habían regresado recuerdos reales de un amor pasado y le dijo en llanto que ella lo quería a su lado y que necesitaba no pensar, pero necesitaba poner en claro sus ideas, el espera con un ultimo respiro la decisión de ella, pero lo mas seguro es que ella lo deje y sufra de soledad y el muera de amor…

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